Un estudio realizado en 2019 exploró el impacto de la microbiota en la resistencia física. Para ello se reclutaron 15 atletas que participaron en el Maratón de Boston de 2015, junto con un grupo de 10 personas sedentarias como control.
Los investigadores aislaron Veillonella atypica, una bacteria intestinal presente en los corredores de maratón, y la administraron a ratones con esta cepa mediante sonda.
Para comparar, se utilizó Lactobacillus bulgaricus como bacteria de control debido a su incapacidad para metabolizar el lactato. Posteriormente, los ratones fueron sometidos a una prueba de resistencia hasta el agotamiento.
El resultado fue sorprendente: los ratones alimentados con Veillonella atypica corrieron más tiempo que los que recibieron la cepa de control.
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